martes, 27 de diciembre de 2016

ESTRELLAS O COMETAS


Estrellas o cometas



Hay personas Estrella y hay personas Cometa.

Los Cometa pasan. Apenas son recordados por las fechas que pasan y vuelven.

Los Estrella, en cambio, permanecen.

Hay mucha gente Cometa. Pasa por nuestra vida apenas por instantes; no cautiva a nadie, y nadie la cautiva. Es gente sin amigos, que pasa por la vida sin iluminar, sin calentar, sin marcar presencia.

Así son muchos artistas. Brillan apenas por instantes en los escenarios de la vida.

Y con la misma rapidez que aparecen, desaparecen.

Así son muchos reyes y reinas: de naciones, de clubes deportivos o concursos de belleza. También entran los hombres y mujeres que se enamoran y se dejan enamorar con la mayor facilidad.

Así son las personas que viven en una misma familia y pasan al lado de otro sin ser presencia, sin existir.

Lo importante es ser Estrella. Hacer sentir nuestra presencia, ser luz, calor, vida. Los amigos son Estrella. Los años pueden pasar, pueden surgir distancias, pero en nuestros corazones quedan sus marcas.

Ser Cometa no es ser amigo, es ser compañero por instantes, explotar sentimientos, aprovecharse de las personas y de las situaciones. Es hacer creer y hacer dudar al mismo tiempo.

La soledad es el resultado de una vida Cometa.

Nadie permanece, todos pasan.

Y nosotros también pasamos por los otros.

Es necesario crear un mundo de personas Estrella, verlas y sentirlas todos los días, contar con ellas siempre, ver su luz y sentir su calor. Así son los Amigos: estrellas en nuestras vidas.

Se puede contar con los amigos. Ellos son refugio en los instantes de tensión, luz en los momentos oscuros, pan en los períodos de debilidad, seguridad en los pasajes de desánimo.

Al mirar a las personas Cometa es bueno no sentirnos como ellas, ni desear el agarrarnos de su cola. Al mirar a los Cometa, es bueno sentirse Estrella, dejar por sentada nuestra existencia, nuestra constante presencia, vivir y construir una historia personal.

Es bueno sentir que somos luz para muchos amigos y que ellos nos han iluminado a su vez. Es bueno sentir que somos calor para muchos corazones y que esos corazones nos arroparon cuando el frío nos castigó.

Ser Estrella en este mundo pasajero, en este mundo lleno de personas Cometa, es un desafío, pero por encima de todo, una recompensa.

Ser Estrella es nacer, vivir, y no existir apenas.



Eduardo Galeano

DÓNDE ENCONTRAR LA PAZ


DÓNDE ENCONTRAR LA PAZ.


Muchos vivimos tiempos difíciles. Algunos porque luchan duramente - y a veces infructuosamente - por su subsistencia, otros porque viven acechados por la violencia, y algunos por no encontrar paz de espíritu.

El cuento:

            Se cuenta que un rey ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera describir en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero hubo solo dos que realmente le gustaron.

            La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esa pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.

            La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se veía para nada pacífico. Pero cuando el rey observó cuidadosamente, vio tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca y en ese arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido.

            El rey escogió la segunda pintura. "Porque, -explicó- paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas esas cosas permanezcamos en calma dentro de nuestro corazón.

            "Este es el verdadero significado de la paz."

            La paz no puede ser hallada en sitio alguno, fuera de uno mismo. Cuando el ser humano logra que la paz reine dentro de sí mismo, puede hacerla reinar en el mundo entero".

DANIEL Y EL PORDIOSERO


Daniel y el pordiosero



Eramos la única familia en el restaurante con un niño.
Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando.

De repente, Daniel pego un grito con ansia y dijo, "Hola amigo!"
Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía. Con mucho regocijo el se reía y se retorcía. Yo mire alrededor y vi la razón de su regocijo.

Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad y sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos. Su camisa estaba sucia y su cabello no había recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz tenia tantas venitas que parecía un mapa.

Estábamos un poco lejos de el para saber si olía, pero seguro que olía mal. Sus manos comenzaron a menearse para saludar. "Hola bebito, como estás muchachón," le dijo el hombre a Daniel.

Mi esposa y yo nos miramos, "Que hacemos?" Daniel continuó riéndose y contestó, "Hola, hola amigo."

Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo.

Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebé. Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente él estaba algo borracho.
Mi esposa y yo estábamos avergonzados. Comimos en silencio; menos Daniel, que estaba super inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus niñadas.

Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento. El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida.

"Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre. Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que el pudiera estar respirando. Mientras yo hacía esto, Daniel se volvió rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos en posición de; cárgame."

Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanzó desde mis brazos hacia los brazos del hombre. Daniel en un acto de total confianza, amor y sumisión recargó su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas. Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo. Yo me detuve aterrado.
El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos.

Me dijo en voz fuerte y segura, "Usted, cuide a este niño." De alguna manera le contesté: "Así lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta. El separó a Daniel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor.

Recibí a mi niño, y el viejo hombre me dijo: "Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo."

No pude decir más que un entrecortado gracias. Con Daniel en mis brazos, caminé rápidamente hacia el carro. Mi esposa se preguntaba por qué estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por qué yo estaba diciendo:

"Dios mío, Dios mío, perdóname." Yo acababa de presenciar el amor más puro a través de la inocencia de un pequeño niño que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia. Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.

Para todos los cristianos, les deseamos pasen unidos una hermosa Navidad, llena del más puro amor.

Autor Desconocido.

SAN JUAN, EL DISCÍPULO AMADO


San Juan: El Discípulo Amado
Era judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor


Por: n/a | Fuente: ACI Prensa 




"Hijitos míos, amaos entre vosotros”, solía decir San Juan Evangelista, el más joven de los Apóstoles y a quien se distingue como el “discípulo amado de Jesús”. Fue quien acogió a la Virgen María en su casa y es patrón de teólogos y escritores. Su fiesta se celebra cada 27 de diciembre.

San Juan era judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien era pescador. Fue el elegido para acompañar a Pedro a preparar la última cena, donde reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús. Estuvo al pie de la cruz con la Virgen María, a quien llevó físicamente a su casa como Madre para honrarla, servirla y cuidarla en persona.

Asimismo, cuando llegó la noticia del sepulcro vacío de Jesús, fue San Juan quien corrió junto a San Pedro para constatarlo. Es ahí donde los dos “vieron y creyeron”. Más adelante, cuando Jesús se les apareció a orillas del lago de Galilea, Pedro preguntó sobre el futuro de Juan y el Señor contestó: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme”.

Por esta respuesta se corrió el rumor de que Juan no iba a morir, algo que el mismo Apóstol desmintió al indicar que el Señor nunca dijo: "No morirá". Escribió el Apocalipsis, el Evangelio de San Juan, donde se refiere a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba”, y tres epístolas.

Según Clemente de Alejandría, en una ciudad San Juan vio a un joven en la Congregación y, con el sentimiento de que mucho de bueno podría sacarse de él, lo llevó ante el Obispo, que el mismo Juan había consagrado, y le dijo: "En presencia de Cristo y ante esta congregación, recomiendo este joven a tus cuidados".



A recomendación de San Juan, el joven se hospedó en la casa del Obispo, quien lo instruyó en la fe, lo bautizó y confirmó. Sin embargo, las atenciones del Obispo se enfriaron, el muchacho frecuentó malas compañías y se convirtió en asaltante de caminos.

Después de un tiempo, San Juan volvió y le pidió al Obispo el encargo que Jesucristo y él le habían encomendado a su cuidado ante la Iglesia. El Prelado se sorprendió pensando que se trataba de algún dinero, pero el Apóstol le explicó que se refería al joven.

El Obispo exclamó: "¡Pobre joven! Ha muerto". "¿De qué murió?”, preguntó San Juan. "Ha muerto para Dios, puesto que es un ladrón", le respondió. Al oír esto, el anciano Apóstol pidió un caballo y con la ayuda de un guía se dirigió a las montañas donde los asaltantes de camino tenían su guarida. Tan pronto como entró, lo tomaron prisionero.

En el escondite de los maleantes, el joven reconoció al Santo e intentó huir, pero el Apóstol le gritó: "¡Muchacho! ¿Por qué huyes de mí, tu padre, un viejo y sin armas? Siempre hay tiempo para el arrepentimiento. Yo responderé por ti ante mi Señor Jesucristo y estoy dispuesto a dar la vida por tu salvación. Es Cristo quien me envía".

El muchacho se quedó inmóvil, bajó la cabeza, se puso a llorar y se acercó al Santo para implorarle una segunda oportunidad. San Juan, por su parte, no abandonó la guarida de ladrones hasta que el pecador quedó reconciliado con la Iglesia.

Esta caridad, que buscaba inflamar en los demás, se reflejaba en su dicho: “Hijitos míos, amaos entre vosotros". Una vez le preguntaron por qué repetía siempre la frase y respondió San Juan: "Porque ése es el mandamiento del Señor y si lo cumplís ya habréis hecho bastante".

A diferencia de todos los demás Apóstoles que murieron en el martirio, San Juan partió pacíficamente a la Casa del Padre en Éfeso hacia el año cien de la era cristiana y a los 94 años, según San Epifanio.

LA VENIDA DEL SEÑOR CONTINÚA


La venida del Señor continúa...
En medio de la agitación del mundo, o ante los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen la salvación de Dios.


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net 




Meditemos las palabras de SS Benedicto XVI el domingo 2 diciembre 2012 durante el rezo del Ángelus 

¡Queridos hermanos y hermanas!

Hoy, la Iglesia inicia un nuevo año litúrgico, un camino que se ve reforzado por el Año de la Fe, a cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II. El primer tiempo de este itinerario es el Adviento, formado, en el rito romano, por las cuatro semanas previas a la Navidad, que es el misterio de la Encarnación.

La palabra adviento significa "venida" o "presencia". En el mundo antiguo indicaba la visita del rey o del emperador a una provincia; en el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo; un misterio que rodea la totalidad del cosmos y de la historia, pero que conoce de dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Jesucristo. La primera es la Encarnación; y la segunda es el retorno glorioso al final de los tiempos.

Estos dos momentos, que cronológicamente son distantes -y no nos es dado saber cuánto-, y que en profundidad se tocan, porque con su muerte y resurrección, Jesús ya ha realizado aquella transformación del hombre y del cosmos que es el fin último de la creación. Pero antes del final, es necesario que la Buena Nueva sea anunciada a todas las naciones, dice Jesús en el evangelio de san Marcos (cf. Mc. 13,10).

La venida del Señor continúa, el mundo debe ser penetrado por su presencia. Y esta venida permanente del Señor en el anuncio del evangelio pide constantemente de nuestra colaboración; y la Iglesia, que es como la novia, la prometida esposa del Cordero de Dios crucificado y resucitado (cf. Ap. 21,9), en comunión con su Señor, colabora en esta venida del Señor, en la que ya empieza su regreso glorioso

Esto es a lo que nos llama hoy la palabra de Dios, trazando la línea de conducta a seguir con el fin de estar preparados para la venida del Señor. En el evangelio de Lucas, Jesús dice a los discípulos: "Cuiden que no se emboten sus corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida ... estén en vela, pues, orando en todo tiempo" (Lc. 21,34.36). Por lo tanto, sobriedad y oración. Y el apóstol Pablo añade la invitación a "progresar y sobreabundar en el amor" de unos con otros y hacia los demás, para que se consoliden nuestros corazones y seamos irreprochables en santidad (cf. 1 Ts. 3,12-13).

En medio de la agitación del mundo, o ante los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen la salvación de Dios y dan testimonio con una forma de vida diferente, como una ciudad asentada sobre un monte.

"En aquellos días -anuncia el profeta Jeremías-, Jerusalén vivirá en seguro, y será llamada: Yahvé, nuestra justicia" (33,16). La comunidad de los creyentes es un signo del amor de Dios, de su justicia, que ya está presente y operante en la historia, pero que aún no se ha realizado plenamente, y por lo tanto es siempre esperada, invocada, buscada con paciencia y heroísmo.

La Virgen María encarna a la perfección el espíritu del Adviento, que implica escuchar a Dios, y un profundo deseo de hacer su voluntad, de gozoso servicio a los demás. Dejémonos guiar por ella, para que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros, extender un poco su reino de amor, de justicia y de paz.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 27 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
27 de diciembre


Repastaban sus ganados los soñolientos pastores
alrededor de los troncos de unos encendidos robles
cuando las oscuras nubes, de sol coronado rompe
un capitán celestial de sus ejércitos nobles.

Atónitos se derriban de sí mismos los pastores;
y por la lumbre, las manos sobre los ojos se ponen.

Los perros alzan las frentes y las ovejuelas corren
cuando el nuncio soberano las plumas de oro descoge:

"Dios ha nacido en Belén de esta dichosa noche.
Nació de una pura Virgen: buscadle, pues sabéis dónde..."

Los pastores, convocando con dulces y alegres sones
toda la sierra, derriban palmas y laureles nobles.

Llegan al portal dichoso... El santo Niño los mira
y para que se enamoren, se ríe en medio del llanto
y ellos le ofrecen sus dones.

He aquí la oración del profeta Simeón cuando tuvo al Niño Jesús en sus brazos: "Ahora, Señor, puedes según tu Palabra dejar que tu siervo se vaya en paz, que han visto mis ojos tu salvación" 
(Lc, 2, 29-30).

FELIZ MARTES!!!


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